Por volar conseguí la libertad, por viajar encontré lugares, por moverme he salido, he llegado y he vuelto a volar. Me he sentado en esa piedra; la que todos miran pero nadie toca. Y yo, no siendo menos, he creído en el viento, en las palabras y en las miradas.
Cada corazón tiene un sentido, la razón del sentimiento. Antagónica mitosis que vuelve los seres como esporas, las que viajan con el viento hacia un lugar donde asirse y de alguna forma extraña crecen sus anhelos cerca de los más profundos miedos y aumentan la fuerza del corazón.
Cada latido invoca la locura, cada aliento hace permeable la caricia del deseo y cada segundo se convierte en la sustancia de los sueños.
Por volar he tocado el cielo con mis manos.
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