martes, marzo 06, 2007

CIAO

Que palabra tan linda y sonora, pero, que trascendencia puede tener esta palabra tan simple y común…

Ciclos, la forma de abrirlos y cerrarlos, esa es la clave.

Cuando se trata de despedirse la palabra ciao es la más usual entre las lenguas derivadas del latín, es algo tan sencillo pero que puede significar muchas cosas. La usamos cuando nos referimos a una despedida informal, cuando en vez de decir hasta luego, ó, nos vemos pronto, simplemente recurrimos a esta adoptada forma de expresar una despedida, la cual significa que estamos garantizando que nos vamos a volver a ver.

En el otro extremo y con mucha más crudeza, encontramos el “adios”.
Pero, acaso técnicamente ¿no significan lo mismo?...
Podrá decirse que si, en realidad significan lo mismo. Las despedidas siguen siendo despedidas, alejarse así sea por un día, por unas horas… ó para toda la vida. Ó ¿acaso, alguien garantiza un reencuentro cada vez que se despide?

Entonces vamos al mismo punto. Despedirse significa que cerramos un ciclo, que acabamos una etapa, por más sencilla y pasajera que sea y por más que pueda haber un reencuentro. Cada vez que utilizamos alguno de éstos términos estamos cerrando un capitulo, así sea una noche de cerveza con los amigos, o acabamos clase en la universidad ó estamos hablando por teléfono y simplemente colgamos, acabando la conversación.

Entonces si así fuese, los seres humanos que estamos llenos de paradigmas en nuestras cabezas y alienados por una cantidad de información “añadida” durante nuestras vidas, lográramos entender que la palabra “ciao” significa cerrar un ciclo, con más facilidad nos desprenderíamos de personas, cosas o circunstancias de las cuales en algún momento nos ha tocado o nos tocará despedirnos.

El pasado es el pasado, y cada uno de nosotros carga con una historia personal la cual lo ha definido hasta el día de hoy; eso no hay que negarlo ni tampoco olvidarse que somos quienes somos gracias ha lo que hemos vivido. Pero podemos utilizar esto a nuestro favor, es decir, si aceptamos los cambios y permitimos que nuestra historia personal en vez de pesarnos y de atarnos al pasado, nos ayude a ser lo que realmente somos, las cosas se verán de otro color.

Es decir, la mejor forma de cerrar un ciclo es simplemente liberarnos de quienes hemos sido hasta el momento, de nuestra historia personal; entender si realmente hemos querido ser de esta forma, y luego balancear las cargas para aceptarnos de frente al mundo como lo que realmente somos.

Así que, sin ninguna otra pretensión diferente a vivir mi presente, hoy con orgullo puedo decir:

Ciao.