lunes, noviembre 12, 2007

Al momento, al tiempo, a la distancia


Siento fuego en mis venas, siento que me quemo con los sonidos que salen de un lugar perdido en la distancia. Siento el incansable eco de las horas, el murmullo de los momentos ahogados en un mar de recuerdos.

La soledad se transforma en realidad, la noche me invita, me reta, me muestra su lado oscuro; vago entre copas y risas, entre humo y míticos personajes salidos de cuentos que invento cada atardecer.

Sin desaparecer, sin diluirme, sin pensar.

Sumerjo mis emociones, anestesiando mi razón, con el norte algo difuso, pero con la estrella de los navegantes por venir, con mi estrella lejana por aparecer, con el reencuentro con mi secreto, mi propio e intransferible secreto de poder.

Y entonces la distancia me aleja, me invita, me involucra y me vuelve a llevar al lugar donde mi alma, refugiada por su propio instinto protege su delicada cubierta dorada, cubre su rostro para olvidar el dolor que opaca su brillo.

Allí en ese lugar, el encuentro de dos almas se vislumbra como un presagio de complicidad, pasión y fortaleza, de sueños quebrantados esperando el momento de unir sus fisuras.

Para sentir el momento, aprender del tiempo y acercar la distancia.

Llevame


Mujer, llévame contigo, llévame en tus ojos

Mira las hojas de los árboles
y el susurro del viento sobre tu cara
escucha las melodías a lo lejos,
que evocan tu nombre.

Llévame en la distancia
guarda pedazos de mi alma en tus bolsillos
para cuando quieras,
para cuando te sientas sola.

Mujer del viento
sigue volando,
aliméntate de recuerdos
y aguárdame en tus brazos
para cuando llegue
me derrita con tus ojos.

Podría convertirme en viento
y volar hacia ti,
podría convertirme en aire
para que me respires por siempre.

Llévame contigo, llévame en tus ojos
en tu mirada dulce y fría
en tu eterno olor a piel.

Mujer, acaríciame en tus sueños
para escuchar en el silencio de las noches
tu sonrisa,
tu aliento,
tu voz.

Por Volar

Por volar conseguí la libertad, por viajar encontré lugares, por moverme he salido, he llegado y he vuelto a volar. Me he sentado en esa piedra; la que todos miran pero nadie toca. Y yo, no siendo menos, he creído en el viento, en las palabras y en las miradas.

Cada corazón tiene un sentido, la razón del sentimiento. Antagónica mitosis que vuelve los seres como esporas, las que viajan con el viento hacia un lugar donde asirse y de alguna forma extraña crecen sus anhelos cerca de los más profundos miedos y aumentan la fuerza del corazón.

Cada latido invoca la locura, cada aliento hace permeable la caricia del deseo y cada segundo se convierte en la sustancia de los sueños.

Por volar he tocado el cielo con mis manos.

miércoles, noviembre 07, 2007

Melancolia


El viento me roza la espalda, poder sin poder, sensación de melancolía que ahoga mis fuerzas.

Penumbras cercanas cubren mi faz, la cubierta de dolor solo se rompe por pequeños instantes en los cuales respiro, para luego inundarme nuevamente de recuerdos, de su piel, de sus palabras, de sus ojos.

Eterna sensación con la que el tiempo no puede, la nostalgia aparece incontrolable, sintiendo en la distancia el eco de una voz, el brillo que ya no ilumina mis noches, el eterno susurro de lo incomprensible.

Y aquí sentado, espero, solo espero.

Las palabras saltan al vació que dejó su ausencia, saltan y se diluyen en una espesa masa de nostalgia con el lastre intenso de sus recuerdos; apuñalan mi alma, laceran mis anhelos y rompen en mil pedazos la ilusión .

Busco en sus palabras las notas de una canción inconclusa, busco entre recuerdos algún motivo sincero, y trato de encontrar en el pasado alguna razón para creer que solo fue un sueño.

Solo puedo gritar en silencio… que la amo.